San Juan...
Tras unos cuantos días desaparecida, ha llegado el momento de volver a publicar en mi blog. Ya va siendo hora de que el archivo de artículos crezca, que no son pocas las cosas que descubro cada día.
Para compensar esta falta de atención, voy a colgar un artículo/monografía sobre una fiesta que desde hace días hace retumbar muchas calles de nuestros pueblos y ciudades.
La fiesta de San Juan
Efectivamente, como muchos y muchas habréis adivinado, la celebración que acompaña al inicio del verano se caracteriza por multitud de rituales y tradiciones, entre ellas la de hacer explotar los petardos o los fuegos artificiales, que normalmente suele tener más éxito entre los niños, ya que les da carta blanca para divertirse de lo lindo.
Los orígenes de la fiesta…
Aunque su nombre nos sugiere una procedencia cristiana, múltiples datos y pruebas de civilizaciones anteriores a la era de Cristo nos revelan los orígenes de esta celebración muy lejanos, probablemente de las culturas neolíticas e ibero-romanas que habitaban nuestra península hace miles de años.
El significado real de la fiesta tiene su motivo en la celebración de la noche más corta del año, o sea, del solsticio de verano. Curiosamente, este fenómeno geográfico sucede la noche del 21 de Junio (y oficialmente se da comienzo al verano), pero la “fiesta” de San Juan o verbena tiene lugar dos días más tarde, la noche del 23 al 24 de Junio.
Es en el solsticio de verano cuando el brillo del sol alcanza su máxima potencia, y con él la vegetación y la vida terrestre viven su auge.
Seis meses más tarde acontece el solsticio de invierno, el día más corto del año.
Cabe recalcar la importancia que tiene el hecho de que ambas celebraciones estén opuestas, ya que nos vamos a encontrar con multitud de rituales y creencias que usan este antagonismo para predecir el futuro. Así pues, la noche del 24 de Diciembre es nochebuena, una fiesta familiar, que se celebra en el interior de los hogares, caracterizada por el frío y el culto a las virtudes de la humildad y el perdón. Por el contrario, la víspera del 24 de Junio es una fiesta encendida por la pasión que desata el calor, donde la gente sale a la calle y pasa la noche despierta, bailando y celebrando la llegada del verano. Vemos esta creencia reflejada muchos refranes catalanes:
“Riqueza en San Juan,
Misèria en navidad”
Diversos antropólogos han investigado sobre los orígenes de esta festividad, y encontramos distintas teorias sobre la procedencia de tal tradición.
El etnólogo Frazer estudió ampliamente los referentes culturales de las festividades cercanas al solsticio de verano, y encontró características comunes en muchas de las culturas que habitan Europa y el norte de África, como el culto al fuego, al agua y a la vegetación, lo que sugiere que esta celebración tiene el mismo origen, probablemente en los pueblos indoeuropeos.
Este culto a la naturaleza fue heredado por las civilizaciones clásicas, y ya en Grecia y Roma encontramos restos de la celebración del solsticio, los primeros adorando a Apolo (dios de la vida y la belleza de la naturaleza) y los segundos a Palas (similar de Apolo). Durante estas fiestas, según cuenta Ovidio, las gentes creían que las hierbas y el agua tenían poderes especiales, y que saltar las hogueras les traería suerte.
Cuando Europa se cristianizó, la iglesia persiguió a estos cultos paganos, pero ante la imposibilidad de prohibir tal costumbre milenaria, optaron por transformar el culto a la naturaleza por la celebración del nacimiento de San Juan Batista, relacionando la leyenda del nacimiento del Santo con los elementos característicos de la celebración pagana.
Así pues, no es casualidad que San Juan sea el encargado de bautizar y purificar a los creyentes (el agua y el fuego son purificadores por antonomasia), y que el primo de Jesús, nato en el solsticio de invierno, naciera justo seis meses después.
Los pilares de la fiesta
Aunque los intentos de la iglesia de eliminar aquellas costumbres más “bárbaras” o poco ortodoxas que definen la verbena tal y como la entendemos hoy no han sido pocos, varias tradiciones han podido subsistir al paso de los siglos hasta nuestros días.
Quizás la más visible es la del culto al fuego, haciéndose presente mediante las hogueras, que se encienden en casi todos los rincones de la península. El fuego tiene tres significados importantes: el de la fertilidad (simbolizando el brillo del sol), el de la purificación (mediante la combustión de los rastrojos) y el de reunión social (fuente de calor y de alimento).
Alrededor del fuego es donde encontramos la mayoría de supersticiones de la noche de San Juan: rituales que involucran saltar sobre la hoguera o caminar sobre las brasas tienen distintos significados en el folklore popular, pero casi todos tienen como objetivo el traer suerte a la persona que lo realiza. Una creencia muy extendida es la de que saltar la hoguera va a prevenir la roña y las enfermedades.
Abundan los personajes fantásticos relacionados con el fuego, y en cada cultura encontramos a diversos monstruos y bestias típicos de esta noche, como por ejemplo los “diables i dracs” en Cataluña.
Los petardos son el elemento característico de San Juan. La pólvora proviene de Oriente, y los petardos fueron adoptados con gran éxito por los jóvenes de las clases bajas, que mediante la explosión de la pirotecnia querían alejar a las brujas y a la mala suerte de sus vidas.
Los nobles disfrutaban de los fuegos artificiales con un fin estético (aunque también simbolizan distintas creencias). Al cabo del tiempo, los fines rituales y los estéticos se unieron, y hoy no hay distinción de clases en el mundo de los petardos.
Otro elemento importante de la fiesta es el agua (aunque hoy en día ya no sea tan famoso). Antiguamente, al agua de la noche de San Juan se le atribuían poderes milagrosos, y aquellos que se bañaban en el mar o en un lago a las 12 de la noche quedaban protegidos de la enfermedad durante todo el año. Algunas abuelas contaban que las jóvenes que se lavaran la cara a las 12 embellecerían el año venidero.
Finalmente, el elemento que más fama ha perdido en nuestros días, quizás por el poco contacto con el mundo vegetal que tenemos aquellas que vivimos en la urbe, es la del culto a la naturaleza. Las hierbas recolectadas en el solsticio tienen también poderes extraordinarios. De hecho, el nombre de la fiesta (verbena) y la costumbre de permanecer despiertos toda la noche tiene su motivo en el mundo romano, cuando todos se volcaban en la recolección de la hierba “verbena” durante la noche más corta del año.
Encontramos referencias al mundo vegetal en las guirnaldas y decoraciones festivas, que originalmente se formaban con distintas hierbas y flores enramadas, y que fueron substituidas por las tiras de papel de colores recortado.
No son pocos los conjuros y rituales mágicos que nos prometen resultados miraculosos, y desde tiempos inmemoriales han sido transmitidos en las creencias populares.
En Cataluña es costumbre la de comer “coca” la noche de San Juan, les coques son unos pasteles o bizcochos hechos con harina, huevo, leche y azúcar, que se decoran con fruta confitada, piñones, “llardons” o crema. Antiguamente les coques eran redondas con un agujero en el centro, y simbolizaban el sol, pero la forma de la coca ha ido “evolucionando” con los años, y actualmente, las proporciones de la “coca perfecta” tienen que ser dos veces el largo que el ancho (significando la proporción entre el día y la noche del solsticio).
La coca tiene que ir acompañada por el respectivo brindis con cava, celebrando el inicio del verano y el clímax de la naturaleza.
Celebraciones locales… tradiciones universales
Aunque cada pueblo y ciudad tiene sus propios ritos y creencias, encontramos celebraciones peculiares en algunas localidades, que ya sean por su originalidad o importancia social, son dignas de ser mencionadas.
En Menorca, en Ciutadella, San Juan es una fiesta que dura una semana, que se caracteriza por cabalgatas y juegos publicos, por la ciudad, que se celebran desde la edad medieval.
En Alicante se queman las fallas (antorchas gigantes) y se encienden las hogueras.
La llama del Canigó baja la montaña esta noche para encender las distintas hogueras extendidas por los rincones de los paises catalanes, que iluminarán las celebraciones de norte a sur y de este a oeste.
Bueno, después de este artículo tan largo sobre la fiesta de San Juan, espero que sepáis un poquito más sobre los orígenes de esta verbena, y que al brindar con cava os sintáis de alguna forma los herederos de esta cultura milenaria que caracteriza nuestra vida diaria, y de la que inconscientemente formamos parte.
Espero no haberos aburrido demasiado con tanto dato histórico, agradecería que me comentarais qué pensáis sobre el tema, y si os interesa más información, os pongáis en contacto conmigo, ya que he tenido que hacer un poco de investigación antes de escribir el artículo, y obviamente he omitido muchísimos datos.
¡Hasta la próxima y disfrutad de la verbena!
Para compensar esta falta de atención, voy a colgar un artículo/monografía sobre una fiesta que desde hace días hace retumbar muchas calles de nuestros pueblos y ciudades.
La fiesta de San Juan
Efectivamente, como muchos y muchas habréis adivinado, la celebración que acompaña al inicio del verano se caracteriza por multitud de rituales y tradiciones, entre ellas la de hacer explotar los petardos o los fuegos artificiales, que normalmente suele tener más éxito entre los niños, ya que les da carta blanca para divertirse de lo lindo.
Los orígenes de la fiesta…
Aunque su nombre nos sugiere una procedencia cristiana, múltiples datos y pruebas de civilizaciones anteriores a la era de Cristo nos revelan los orígenes de esta celebración muy lejanos, probablemente de las culturas neolíticas e ibero-romanas que habitaban nuestra península hace miles de años.
El significado real de la fiesta tiene su motivo en la celebración de la noche más corta del año, o sea, del solsticio de verano. Curiosamente, este fenómeno geográfico sucede la noche del 21 de Junio (y oficialmente se da comienzo al verano), pero la “fiesta” de San Juan o verbena tiene lugar dos días más tarde, la noche del 23 al 24 de Junio.
Es en el solsticio de verano cuando el brillo del sol alcanza su máxima potencia, y con él la vegetación y la vida terrestre viven su auge.
Seis meses más tarde acontece el solsticio de invierno, el día más corto del año.
Cabe recalcar la importancia que tiene el hecho de que ambas celebraciones estén opuestas, ya que nos vamos a encontrar con multitud de rituales y creencias que usan este antagonismo para predecir el futuro. Así pues, la noche del 24 de Diciembre es nochebuena, una fiesta familiar, que se celebra en el interior de los hogares, caracterizada por el frío y el culto a las virtudes de la humildad y el perdón. Por el contrario, la víspera del 24 de Junio es una fiesta encendida por la pasión que desata el calor, donde la gente sale a la calle y pasa la noche despierta, bailando y celebrando la llegada del verano. Vemos esta creencia reflejada muchos refranes catalanes:
“Riqueza en San Juan,
Misèria en navidad”
Diversos antropólogos han investigado sobre los orígenes de esta festividad, y encontramos distintas teorias sobre la procedencia de tal tradición.
El etnólogo Frazer estudió ampliamente los referentes culturales de las festividades cercanas al solsticio de verano, y encontró características comunes en muchas de las culturas que habitan Europa y el norte de África, como el culto al fuego, al agua y a la vegetación, lo que sugiere que esta celebración tiene el mismo origen, probablemente en los pueblos indoeuropeos.
Este culto a la naturaleza fue heredado por las civilizaciones clásicas, y ya en Grecia y Roma encontramos restos de la celebración del solsticio, los primeros adorando a Apolo (dios de la vida y la belleza de la naturaleza) y los segundos a Palas (similar de Apolo). Durante estas fiestas, según cuenta Ovidio, las gentes creían que las hierbas y el agua tenían poderes especiales, y que saltar las hogueras les traería suerte.
Cuando Europa se cristianizó, la iglesia persiguió a estos cultos paganos, pero ante la imposibilidad de prohibir tal costumbre milenaria, optaron por transformar el culto a la naturaleza por la celebración del nacimiento de San Juan Batista, relacionando la leyenda del nacimiento del Santo con los elementos característicos de la celebración pagana.
Así pues, no es casualidad que San Juan sea el encargado de bautizar y purificar a los creyentes (el agua y el fuego son purificadores por antonomasia), y que el primo de Jesús, nato en el solsticio de invierno, naciera justo seis meses después.
Los pilares de la fiesta
Aunque los intentos de la iglesia de eliminar aquellas costumbres más “bárbaras” o poco ortodoxas que definen la verbena tal y como la entendemos hoy no han sido pocos, varias tradiciones han podido subsistir al paso de los siglos hasta nuestros días.
Quizás la más visible es la del culto al fuego, haciéndose presente mediante las hogueras, que se encienden en casi todos los rincones de la península. El fuego tiene tres significados importantes: el de la fertilidad (simbolizando el brillo del sol), el de la purificación (mediante la combustión de los rastrojos) y el de reunión social (fuente de calor y de alimento).
Alrededor del fuego es donde encontramos la mayoría de supersticiones de la noche de San Juan: rituales que involucran saltar sobre la hoguera o caminar sobre las brasas tienen distintos significados en el folklore popular, pero casi todos tienen como objetivo el traer suerte a la persona que lo realiza. Una creencia muy extendida es la de que saltar la hoguera va a prevenir la roña y las enfermedades.
Abundan los personajes fantásticos relacionados con el fuego, y en cada cultura encontramos a diversos monstruos y bestias típicos de esta noche, como por ejemplo los “diables i dracs” en Cataluña.
Los petardos son el elemento característico de San Juan. La pólvora proviene de Oriente, y los petardos fueron adoptados con gran éxito por los jóvenes de las clases bajas, que mediante la explosión de la pirotecnia querían alejar a las brujas y a la mala suerte de sus vidas.
Los nobles disfrutaban de los fuegos artificiales con un fin estético (aunque también simbolizan distintas creencias). Al cabo del tiempo, los fines rituales y los estéticos se unieron, y hoy no hay distinción de clases en el mundo de los petardos.
Otro elemento importante de la fiesta es el agua (aunque hoy en día ya no sea tan famoso). Antiguamente, al agua de la noche de San Juan se le atribuían poderes milagrosos, y aquellos que se bañaban en el mar o en un lago a las 12 de la noche quedaban protegidos de la enfermedad durante todo el año. Algunas abuelas contaban que las jóvenes que se lavaran la cara a las 12 embellecerían el año venidero.
Finalmente, el elemento que más fama ha perdido en nuestros días, quizás por el poco contacto con el mundo vegetal que tenemos aquellas que vivimos en la urbe, es la del culto a la naturaleza. Las hierbas recolectadas en el solsticio tienen también poderes extraordinarios. De hecho, el nombre de la fiesta (verbena) y la costumbre de permanecer despiertos toda la noche tiene su motivo en el mundo romano, cuando todos se volcaban en la recolección de la hierba “verbena” durante la noche más corta del año.
Encontramos referencias al mundo vegetal en las guirnaldas y decoraciones festivas, que originalmente se formaban con distintas hierbas y flores enramadas, y que fueron substituidas por las tiras de papel de colores recortado.
No son pocos los conjuros y rituales mágicos que nos prometen resultados miraculosos, y desde tiempos inmemoriales han sido transmitidos en las creencias populares.
En Cataluña es costumbre la de comer “coca” la noche de San Juan, les coques son unos pasteles o bizcochos hechos con harina, huevo, leche y azúcar, que se decoran con fruta confitada, piñones, “llardons” o crema. Antiguamente les coques eran redondas con un agujero en el centro, y simbolizaban el sol, pero la forma de la coca ha ido “evolucionando” con los años, y actualmente, las proporciones de la “coca perfecta” tienen que ser dos veces el largo que el ancho (significando la proporción entre el día y la noche del solsticio).
La coca tiene que ir acompañada por el respectivo brindis con cava, celebrando el inicio del verano y el clímax de la naturaleza.
Celebraciones locales… tradiciones universales
Aunque cada pueblo y ciudad tiene sus propios ritos y creencias, encontramos celebraciones peculiares en algunas localidades, que ya sean por su originalidad o importancia social, son dignas de ser mencionadas.
En Menorca, en Ciutadella, San Juan es una fiesta que dura una semana, que se caracteriza por cabalgatas y juegos publicos, por la ciudad, que se celebran desde la edad medieval.
En Alicante se queman las fallas (antorchas gigantes) y se encienden las hogueras.
La llama del Canigó baja la montaña esta noche para encender las distintas hogueras extendidas por los rincones de los paises catalanes, que iluminarán las celebraciones de norte a sur y de este a oeste.
Bueno, después de este artículo tan largo sobre la fiesta de San Juan, espero que sepáis un poquito más sobre los orígenes de esta verbena, y que al brindar con cava os sintáis de alguna forma los herederos de esta cultura milenaria que caracteriza nuestra vida diaria, y de la que inconscientemente formamos parte.
Espero no haberos aburrido demasiado con tanto dato histórico, agradecería que me comentarais qué pensáis sobre el tema, y si os interesa más información, os pongáis en contacto conmigo, ya que he tenido que hacer un poco de investigación antes de escribir el artículo, y obviamente he omitido muchísimos datos.
¡Hasta la próxima y disfrutad de la verbena!
Posted in: cultura, leyendas, tradiciones at en domingo, junio 22, 2008